Pasó un tiempo sin noticias y la verdad, quería saber cómo estaba Lili. Según Malena, tomaba sistemáticamente los glóbulos que le había recetado. Después de un mes me llamó Lili y me pidió un turno. La cité nuevamente en el bar de la esquina de mi casa. Esta vez me contó un poco más sobre su vida, así como la evolución del tratamiento. Me sorprendió su poder de observación y análisis de su proceso. Al señalárselo, ella dijo: -Normal, soy virginiana. No dije nada, pero tomé nota. En su relato me explicó que debió dar en adopción a su segunda hija, que quedó en manos de una buena familia, y esto le daba cierta tranquilidad. En cambio, su hijo mayor, al que extrañaba terriblemente, vivía con su abuela, la misma que a ella la había la había expulsado de su hogar por ser portadora HIV, y esto le generaba cierta culpa. Yo notaba en ella una fuerza vital importante, ante toda la adversidad, pero como leyéndome el pensamiento, me explicó que, hace mucho tiempo, había intentado tirarse de un balcón por un tremendo estado de angustia del que la salvaron unos amigos.
Le pregunté cómo se sentía desde que empezó a tomar la medicación. Notaba más fuerza de ánimo, que pensaba en mejorar su situación, a pesar de que la habían echado del trabajo donde también residía, como ya adelanté el capítulo anterior. Es importante señalar que a lo largo de su vida siempre le gustó mucho beber y las salidas nocturnas. Con el tiempo fue dándose cuenta que la bebida blanca le provocaba estados de amnesia temporal y cambios de personalidad, tanto peor si ingería otras drogas, como yo imaginaba.
Aproximadamente a los quince días de comenzar el tratamiento, ya no tenía donde vivir, y tomó en un bar una cerveza- la última cerveza en un bar- y aquí se produjo un hecho inesperado. Se puso a conversar con la chica de la mesa contigua y se contaron sus respectivas historias. Marta, así se llamaba la chica, al enterarse que no tenía dónde vivir, le propuso:
-Justo mi hermano está buscando inquilina para subalquilar un cuarto ¿por qué no lo llamás? Vive acá mismo en Congreso- Marta le contó que un diputado le alquilaba un departamento a su hermano, ya que era su amante- Bueenoo pensé yo, esto es una novela, pero no dije nada. Ante mi sorpresa, Lili me dijo que aceptó el trato, fue con Marta a ver a su hermano y de la nada, todo estaba arreglado. Describió al hermano de Marta como una persona amable, si bien un poco nervioso. Me dijo en voz baja: -Para mí, es merquero. Voy a ver cómo anda todo.
También consiguió clientela para hacer masajes en Vicente López. Yo pensé que los cambios serían lentos y complicados, siendo muy optimista. Me contó un sueño muy interesante que me reveló que la medicación era la correcta. Soñó que una ola gigante la tomaba desde la orilla de la playa y la empujaba hacia las profundidades del mar. Me dijo que a pesar de esto no sintió miedo, sino una gran serenidad, ya que notó que podía respirar bajo el agua mientras observaba un hermoso paisaje. Después el agua la llevó plácidamente hacia la playa de vuelta, y se despertó.
El tema del mar, sin duda, me simbolizaba a la madre y sus experiencias. Recordemos me contó que su relación con su madre había sido abusiva y traumática. Respirar y caminar bajo el agua sin problemas señalaba que el proceso de reparación ya había comenzado, y que la medicación homeopática era correcta, actuando en los núcleos traumáticos, más allá del tiempo y el espacio. El sueño es un excelente, por no decir el mejor vehículo para viajar al pasado, y en Lili este proceso ya había comenzado, a pesar de los obstáculos a la curación, y de su situación de carencia. Le pedí que comenzase a escribir sus sueños en un cuaderno, y que continuase observando sus cambios. Así quedamos hasta la siguiente consulta.
Le pregunté cómo se sentía desde que empezó a tomar la medicación. Notaba más fuerza de ánimo, que pensaba en mejorar su situación, a pesar de que la habían echado del trabajo donde también residía, como ya adelanté el capítulo anterior. Es importante señalar que a lo largo de su vida siempre le gustó mucho beber y las salidas nocturnas. Con el tiempo fue dándose cuenta que la bebida blanca le provocaba estados de amnesia temporal y cambios de personalidad, tanto peor si ingería otras drogas, como yo imaginaba.
Aproximadamente a los quince días de comenzar el tratamiento, ya no tenía donde vivir, y tomó en un bar una cerveza- la última cerveza en un bar- y aquí se produjo un hecho inesperado. Se puso a conversar con la chica de la mesa contigua y se contaron sus respectivas historias. Marta, así se llamaba la chica, al enterarse que no tenía dónde vivir, le propuso:
-Justo mi hermano está buscando inquilina para subalquilar un cuarto ¿por qué no lo llamás? Vive acá mismo en Congreso- Marta le contó que un diputado le alquilaba un departamento a su hermano, ya que era su amante- Bueenoo pensé yo, esto es una novela, pero no dije nada. Ante mi sorpresa, Lili me dijo que aceptó el trato, fue con Marta a ver a su hermano y de la nada, todo estaba arreglado. Describió al hermano de Marta como una persona amable, si bien un poco nervioso. Me dijo en voz baja: -Para mí, es merquero. Voy a ver cómo anda todo.
También consiguió clientela para hacer masajes en Vicente López. Yo pensé que los cambios serían lentos y complicados, siendo muy optimista. Me contó un sueño muy interesante que me reveló que la medicación era la correcta. Soñó que una ola gigante la tomaba desde la orilla de la playa y la empujaba hacia las profundidades del mar. Me dijo que a pesar de esto no sintió miedo, sino una gran serenidad, ya que notó que podía respirar bajo el agua mientras observaba un hermoso paisaje. Después el agua la llevó plácidamente hacia la playa de vuelta, y se despertó.
El tema del mar, sin duda, me simbolizaba a la madre y sus experiencias. Recordemos me contó que su relación con su madre había sido abusiva y traumática. Respirar y caminar bajo el agua sin problemas señalaba que el proceso de reparación ya había comenzado, y que la medicación homeopática era correcta, actuando en los núcleos traumáticos, más allá del tiempo y el espacio. El sueño es un excelente, por no decir el mejor vehículo para viajar al pasado, y en Lili este proceso ya había comenzado, a pesar de los obstáculos a la curación, y de su situación de carencia. Le pedí que comenzase a escribir sus sueños en un cuaderno, y que continuase observando sus cambios. Así quedamos hasta la siguiente consulta.