HACE MUCHOS AÑOS, tuve una llamada en mi casa
de una persona que requería atención. Refería que sufría de pánicos. Me había
comentado que le era imposible salir a la calle, que se atendía en siquiatría en el hospital Borda,
y le habían hablado sobre la homeopatía, así que quería sumarla a su tratamiento.
Quedamos en vernos en mi consultorio, no sin antes preguntarle si se animaría a asistir; me dijo que lo intentaría.
Ya en mi consultorio, mi secretaria me dijo,
en voz baja:
-Doctor…Hay un paciente nuevo en la sala, pero
es un poco… raro…
-Me llamó la atención, miré por la hendija de la puerta, y vi
un hombre de unos 35 años, parado en
medio de la sala, mirando fijamente un cuadro, sin dejar de pestañear.
Salí a la sala y el señor continuaba parado
como estatua, mirando el cuadro, mientras los pacientes en la sala lo miraban
atónitos.
-Dígame, usted…¿es José?
-Sí, doctor…
-Está
bien…Siéntese…
-No, doctor…no puedo sentarme…-Vi que estaba
transpirado y con la mirada vidriosa. Le dije:
-Amigo ¿puede esperarme en el bar de la
esquina, en diez minutos?
-Sí, doctor, haré un esfuerzo…-Mi intuición me
decía que sufría de ataques de pánico, o crisis de ansiedad. Su expresión vidriosa, su frente con el ceño fruncido y la mirada fija me indicaban el stress por el
que pasaba.
Terminé de atender y dejé esperando a los
pacientes en la sala, comentándoles la urgencia, y con el permiso de ellos, me dirigí al bar de la
esquina. En este lugar estaba José tomando un café transpirando…
En esta consulta atípica me comentó cómo habían
comenzado sus síntomas. Para sintetizar, el era músico, trabajaba en una casa
de venta de instrumentos, con un hogar constituido por esposa y dos hijos
pequeños; con un tema laboral complicado (cabe contar que esto pasó en el 1999,época laboral muy difícil).
Sufría una lesión en los meniscos y debía operarse.
Al realizar la rutina de análisis
preoperatorios, su presión arterial resulto ser alta, por lo que tenía que
hacerse un control cardiológico; concurrió a la cita con el especialista con miedo, ya que le habían comentado que era una persona mayor, con moral religiosa
y reglas muy estrictas, que no resultaron ser una buena combinación con su
personalidad hipocondríaca.
Esta consulta con el cardiólogo, resulto determinante
en su vida, esta cambió
para siempre. Resumiendo, la consulta se
produjo como sigue:
-¿Cómo, doc.?...
-Nada de sal, nada de ejercicio, nada de
alcohol. No mujeres, nada de football.
-¿Cómo, doc.?...pero, ¿Qué puedo hacer?
-¡Cambiar su vida!. Usted es un irresponsable,
ahora debe cambiar ¡o se muere!
Esto fue terrible para José, quedó aterrado y creció su miedo al futuro; comenzó con
claustrofobia y después se sumó la agorafobia, hasta el punto de no poder salir de la casa, transpiraba y tenía palpitaciones…su miedo se
transformó en una fobia, temía morirse. Dejó de ir al trabajo porque tenía
pánico de viajar en colectivo, se bajaba
desesperado de él en él mitad del recorrido.
Su vida se había derrumbado, el miedo invadió
todo, hasta su relación conyugal. Pasaba el día en su casa sin salir y en el
trabajo su situación estaba al borde del despido. Los certificados de licencia
ya no podían sostener una situación laboral endeble y mucho menos, en esos
tiempos.
Tomando en cuenta su personalidad y su afición
a los dibujos y las historietas, que él me conto hacía en su adolescencia, le propuse
realizar una tira cómica de su episodio
con el médico cardiólogo que lo asustó
tanto; le llamó la atención, pero le gusto
la idea.
Así comenzó la atención en el bar, trayéndome
sus historietas por capítulos, en las que, poco a poco, se podían observar los
cambios que se producían en su actitud, además de la medicación homeopática que
le había indicado, cuatro veces al día y cada vez que salía de la casa.
Fue una experiencia muy interesante porque, cuando
comenzó a dibujar la historieta de humor, el comic fue tomando vida de a poco.
Cuando
el comenzó a reírse de la historia, comenzó a mejorar sus síntomas y la risa, evidentemente,
ayudó a desacralizar los síntomas y produjo un camino hacia la curación.
Junto con la medicación homeopática que lo
ayudó, José continuó con siquiatría y, poco a poco, fue dejando los
ansiolíticos; después de un tiempo pudo cambiar de trabajo y otros aspectos de su vida.
Sin duda, esta experiencia me ayudó a
comprender que el humor es una forma de quitar importancia a los síntomas y
perderles el miedo, fundamental para ayudar a cualquier terapia.
En el caso de José fue efectivo el uso del
humor como tratamiento, ya que ayudo a que le perdiera el respeto a sus síntomas
hipocondriacos y como dijimos predispuso positivamente y facilitando así el efecto
de la medicación homeopática.